La IATA alerta en su 73 asamblea sobre los crecientes desafíos de seguridad
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Cancún (México) — La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) revisó hoy al alza las previsiones de rentabilidad de las aerolíneas en 2017 hasta 28.000 millones de euros (31.515 millones de dólares), pero ha alertado de la amenaza de medidas proteccionistas y de los creciente desafíos de seguridad.
Su director general y consejero delegado, Alexandre de Juniac, resaltó hoy, en la apertura de la 73 asamblea de la IATA que reúne entre hoy y mañana a cerca de 1.000 participantes en Cancún, que la industria muestra unos sólidos resultados en seguridad, sostenibilidad y rentabilidad y que espera superar este año pro primera vez la barrera de 4.000 millones de pasajeros.
La IATA espera un incremento del 7,4 % de la demanda de pasajeros, 2,3 puntos por encima de la previsión anterior para este año, y que la carga total transportada alcance 58,2 millones de toneladas, 2,5 millones más de lo anticipado antes y 3,9 millones más que en 2016.
No obstante, ha llamado a cierta cautela porque el beneficio neto de 7,69 dólares por pasajeros (6,8 euros) -por debajo de los 9,13 dólares en 2016 y los 10,08 en 2015, debido al aumento de los costes de combustible, mano de obra y mantenimiento- no proporciona un colchón suficiente ante las sacudidas económicas.
Además, la rentabilidad no se distribuye por igual en todas las regiones y la mitad de los beneficios de la industria se está generando en Norteamérica, mientras que Asia, América Latina y Europa registran ganancias sostenibles, pero sólo justas, y África y Oriente Medio están luchando.
A ello se suman grandes desafíos a los que se enfrenta el sector relativos a los desafíos de seguridad, la necesidad de infraestructuras y de una regulación inteligente.
Por ello, la IATA pide a los gobiernos que mejoren su colaboración con la industria para abordar los desafíos de seguridad y encontrar alternativas a la prohibición de grandes dispositivos electrónicos portátiles (PED) en la cabina por parte de los Estados Unidos y el Reino Unido en algunos vuelos desde Oriente Medio y Norte de África.
De Juniac ha recordado que ambos países implantaron la medida en poco tiempo, sorprendiendo a todos y sin haberla consultados con la industria, por lo que fue un gran desafío para las compañías aéreas cumplir con la normativa y una gran molestia para los clientes.
La IATA estima el alcance actual de la prohibición en 180 millones de dólares en pérdida de productividad, cifra que podría aumentar hasta 1.200 millones, si la media se extiende a los vuelos de Europa a EEUU.
De Juniac ha reconocido que los gobiernos tienen los recursos y la información y establecen las reglas, pero las aerolíneas tienen experiencia operativa vital.
La seguridad es en última instancia una responsabilidad del gobierno, pero las aerolíneas también tienen un gran interés en el asunto, y “la seguridad de nuestros pasajeros y tripulantes es nuestra máxima prioridad”, ha subrayado.
Es difícil entender su resistencia a una mayor colaboración, cuando “podríamos lograr mejores soluciones trabajando juntos”, ha añadido.
Juniac ha señalado que, en el corto plazo, se podría hacer una investigación más intensa en la puerta de embarque y, en el medio plazo, la solución sería una tecnología de detección de explosivos más rápida y más avanzada.
En cuanto a la falta de capacidad de las infraestructuras, ha explicado que, en muchas partes del mundo, apenas se puede hacer frente a la demanda actual y los planes de desarrollo no son lo suficientemente ambiciosos para dar cabida a los 7.200 millones de pasajeros que la IATA espera en 20 años.
Los cuellos de botella y las deficiencias en los servicios aeroportuarios y de navegación aérea existen en todos los rincones de la tierra, ha lamentado.
La IATA también ha instado a los gobiernos a ser cautelosos a la hora de privatizar los activos de infraestructura de la aviación, después de que no se haya logrado los beneficios prometidos en países como India, Brasil, Francia y Australia.